Por mucho que ideólogos neoconservadores/sionistas como Robert Kagan escriban sobre la excepcional inevitabilidad del orden mundial estadounidense, existe un sentimiento general de hundimiento entre el pueblo de EEUU, de que este país no tiene futuro (1).
¿Está justificada esta impresión? Los estudiosos de los declives imperiales pueden examinar análisis históricos y paralelos para decidirlo.
Es cierto que utilizar el historicismo para intentar predecir acontecimientos geopolíticos a corto y mediano plazo es una ciencia imperfecta, que a menudo toma la forma de adivinaciones basadas en prejuicios o afirmaciones intuitivas.
Parte del problema es una dependencia excesiva de la historia antigua, particularmente de Roma, como punto de referencia para comprender el ascenso y la caída de imperios. La falta de datos específicos sobre los acontecimientos que culminaron con la caída de Roma ha llevado a comentaristas posteriores a llenar los espacios en blanco a través de los prismas ideológicos de su época. Por ejemplo, el historiador británico del siglo XVIII, Edward Gibbon, señaló la decadencia del comportamiento de la élite romana como el catalizador de su caída. La pureza moral individual era una fuerte fijación para los ingleses protestantes como Gibbon durante su época, pero esta teoría puede ser cuestionada por información que revela excesos morales a gran escala entre los gobernantes romanos durante el período previo y fructífero del pico territorial del imperio en el siglo II d.C., como por ejemplo los infames y obscenos Calígula o Nerón. Hoy en día se han afianzado las narrativas que culpan del declive de Roma al cambio climático, la obsesión del siglo XXI.
Una comparación más directa con la caída de la Unión Soviética, donde se dispone de información detallada, es más útil para intentar investigar el malestar y la viabilidad a largo plazo del imperio estadounidense. Los EEUU de 2024 comparten varias tendencias demográficas con la Unión Soviética de la década de 1970 -“la era del estancamiento”- que finalmente llevaron a la implosión de la gran superpotencia euroasiática en 1991.
Al examinar el pronóstico a corto y mediano plazo (de 10 a 30 años) del imperio estadounidense, también lo vamos a comparar con sus principales adversarios: principalmente Rusia y China, y, de manera secundaria, con Irán.
Este autor subraya no tener la impresión de que Rusia, China o Irán puedan derrotar al imperio estadounidense por sí solos. Los tres países tienen diferentes ventajas sobre EEUU en su lucha histórica mundial contra la unipolaridad neoliberal, pero también desventajas como contendientes individuales, lo que sugiere que un futuro sin Pax Americana podría ser un futuro anterior a la Segunda Guerra Mundial limitado a esferas naturales de influencia, en lugar de una repetición de los ambiciosos esfuerzos de Washington por dominar el mundo. Si las tres potencias se coordinan y se unen, como la asociación “sin límites” de China y Rusia (2) o los pactos multianuales entre las dos potencias con Irán (3) sugieren, el orden mundial liberal de posguerra liderado por Washington puede derrumbarse antes de lo que esperamos.
Rusia y China siguen estando por debajo de EEUU en una amplia gama de métricas, pero lo que es imposible negar es que están empezando a alcanzarle, mientras que EEUU se encuentra en términos generales en un punto de inflexión. En 2021, Xi Jinping destacó este punto en su discurso, afirmando que “el tiempo y el impulso” (4) estaban del lado de China.
Un punto lógico a destacar es que, en términos generales, la vida de los rusos y chinos comunes y corrientes está mejorando objetivamente, mientras que en EEUU las cosas están demostrablemente empeorando. Esto por sí solo puede crear divergencias en la moral nacional durante una competencia entre grandes potencias.
En este artículo se exploran los factores económicos, militares, de poder blando, políticos y de otro tipo que apuntan al inminente fracaso y la neutralización geopolítica de EEUU y su ideología en el escenario mundial.

I: Demografía
Uno de los primeros síntomas del declive de una nación es el deterioro de la salud social y humana. A menudo, pequeños cambios en los datos relacionados con el bienestar de la población hablan de un iceberg submarino de problemas más significativos y sistemáticos dentro de un pueblo.
En el momento más álgido del “estancamiento de Brezhnev” de la URSS a mediados y finales de los años 1970, los demógrafos comenzaron a especular sobre la salud del alguna vez aparentemente omnipotente imperio después de descubrir que las tasas de mortalidad infantil de la nación estaban comenzando a aumentar. Aunque este aumento fue menor (sólo unos pocos puntos porcentuales), rompió un ciclo de décadas de rápidos avances en la capacidad de supervivencia de los bebés soviéticos desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Esto resultó desconcertante para los observadores tradicionales de la época, ya que la Unión Soviética disfrutaba, financieramente, de una prosperidad relativa debido al auge mundial de las exportaciones de petróleo desencadenado por el embargo petrolero de 1973 de la Liga Árabe. La URSS bajo Leonid Brezhnev (que gobernó de 1964 a 1982) planificó su economía para convertirse en un par militar de los EEUU (especialmente en el ámbito de las armas nucleares), era industrialmente poderosa e igualaba o superaba a sus rivales en el mundo en varios campos de vanguardia, como el aeroespacial.
Sin embargo, a pesar del éxito superficial del sistema, el activo más importante de la URSS, su pueblo, empezó a mostrar signos de decadencia y miseria.
Hoy estamos viendo patrones similares en EEUU.
En 2022, el CDC (Centro para el Control de Enfermedades) informó que la mortalidad infantil estadounidense aumentó un 3% por primera vez en décadas, de 5,44 muertes infantiles por cada 1.000 nacidos vivos el año anterior a 5,60 (5). En 2023 no se había logrado resolver este problema, ya que se informó la misma cifra.
Comparativamente, la mortalidad infantil en Rusia es ahora más baja. En 2023, hubo 4.807 muertes por cada 1.000 nacidos vivos (6), un descenso del 3,8% con respecto a 2022. Se trata de una hazaña notable del gobierno de Vladimir Putin. En 2003, a principios del gobierno de Putin, Rusia sufrió la alarmante cifra de 16.156 muertes por cada 1.000 nacidos vivos, mientras que EEUU tenía una tasa de mortalidad infantil de 6,85 en ese momento.
En el frente chino, su enorme población está por detrás de la de EEUU, con 8,4 muertes infantiles por cada 1.000 nacimientos. Aquí podemos recordar la cita de Xi Jinping sobre el “momentum”. China ha visto esta estadística caer consistentemente en más del 3% cada año, mientras que EEUU sufre de lo contrario, lo que sugiere que se puede predecir que China, como Rusia, superarán este obstáculo.
Este marchitamiento de las medidas fundamentales para la vida es parte de una tendencia más amplia. De 2019 a 2023, la esperanza de vida en EEUU cayó de 79 años a 76 años (7). Esta cifra es más habitual en países en desarrollo que en los que consideramos avanzados. Entre los países desarrollador liberales similares a EEUU, la esperanza de vida actual en Alemania es de 82 años, en UK 82, en Francia 83, etc.
Tras un modesto aumento de 2022 a 2023, la esperanza de vida china supera ahora a la de los estadounidenses, con 77 años, una novedad histórica para China. Rusia, que está librando una guerra brutal en Ucrania, aún así experimentó un aumento en la esperanza de vida de 2022 a 2023, pasando de 72 a 73 años. Si repasamos las cifras de 2003, la esperanza de vida estadounidense era de 77 años, mientras que la de China era de 73 y la de Rusia de 65.
Comparando estos datos con los soviéticos de la era del estancamiento (8), vemos similitudes con EEUU. El politburó comenzó a hacer sonar las alarmas internamente cuando descubrió que la esperanza de vida cayó repentinamente de 69,5 en 1971 a 67,9 en 1978, en una forma similar a la de EEUU, un hecho revelado públicamente que generó mucha controversia durante la Perestroika y la Glasnost.
La menguante esperanza de vida y la creciente mortalidad infantil en EEUU, como en el caso de la Unión Soviética, están siendo alimentadas por una explosión de abuso de drogas, obesidad, suicidio, fracasos institucionales y otras medidas informales de nihilismo y desesperación que tienen su origen en la anomia (9).
En el año 2023, hubo nada menos que 112.000 muertes por sobredosis, principalmente entre jóvenes (10). Esto eclipsa a Rusia, que a su vez parece tener otro problema. Durante un reciente aumento de sobredosis de drogas en 2021, la nación con menos de la mitad de la población de EEUU sufrió 7.316 sobredosis mortales, provocadas en parte por el aburrimiento o la soledad durante la dictadura sanitaria (11). En China, con una población de 1.400 millones de habitantes y con su crisis histórica de adicción al opio en el espejo retrovisor, la tasa de muertes relacionadas con las drogas es de unas 49.000 al año (12).
En el ámbito del suicidio, Rusia ha tenido durante mucho tiempo la reputación de ser líder mundial en esta categoría, pero ahora EEUU la ha superado silenciosamente. En 2021, Rusia sufrió 10,7 muertes autoinfligidas por cada 100.000 habitantes (13). Ese mismo año, la tasa de EEUU saltó a 14,04 por 100.000 (14).
En comparación, en el año 2000, los rusos se suicidaron a una tasa de 39 muertes por cada 100.000 habitantes, por lo que sus nuevas cifras suponen un enorme avance a la hora de abordar la cuestión. En EEUU estamos sufriendo un sorprendente retroceso. En 2000, los estadounidenses tenían un 40% menos de probabilidades de suicidarse, con una tasa de 10,4 por 100.000. En China, las tasas de suicidio han disminuido de 10,88 a 5,25 entre 2010 y 2021.
En el mundo de las enfermedades mentales graves, EEUU también está superando a sus rivales. En 2022, aproximadamente el 5% de los estadounidenses sufrirán trastornos mentales graves (15), como psicosis o esquizofrenia, mientras que 1 de cada 5 ciudadanos estadounidenses recibirá tratamiento médico para formas más leves, como la depresión clínica (16). En Rusia, alrededor del 8,8% de los ciudadanos son diagnosticados con depresión clínica (17). Sólo el 0,3% de los rusos son esquizofrénicos (18). Se trata de otra fuerte disminución estadística con respecto al pasado ruso reciente.
No sorprenderá a nadie que los estadounidenses sean los más obesos del mundo, una comorbilidad clave que acelera estos problemas demográficos. Esto no requiere hacer cálculos numéricos. Lo que puede sorprender a algunos, sin embargo, es que los ciudadanos de la Unión Soviética de los años 1970 y 1980 también tenían un sobrepeso inusual.
Los ciudadanos soviéticos comenzaron a ganar peso durante la era Brezhnev debido a la mayor disponibilidad de alimentos en comparación con el pasado. Un estudio médico encargado por el estado soviético durante la Perestroika (19) descubrió que el 30% de los ciudadanos tenían sobrepeso y dos tercios eran sedentarios, a pesar de las amplias oportunidades para practicar ejercicio y deportes. Esto chocó con los alardeados esfuerzos de la Unión Soviética por llegar a ser conocida internacionalmente como una superpotencia atlética. Fue este un hecho que el régimen soviético no pudo ocultar en los años setenta (20).
Para hacer frente a la epidemia de obesidad, el gobierno buscó soluciones tecnocráticas, lo que llevó a que las investigaciones descubrieran muchas dietas especiales y tratamientos popularizados hoy en día, como el ayuno intermitente. Contrariamente a la propaganda de la Guerra Fría de ambos lados que relacionaba la obesidad con el capitalismo, los ciudadanos soviéticos eran más gordos que los estadounidenses. En 1975, sólo se consideraba que el 20% de los estadounidenses tenían sobrepeso (21).
Los datos soviéticos publicados durante la Glasnost y la Perestroika de las décadas de 1970 y 1980 también encontraron enormes aumentos en las muertes por alcoholismo, aumentos en las muertes relacionadas con los narcóticos y tasas de suicidio cada vez mayores. Esta crisis social continuó intensificándose en la década de 1980, alcanzando su cenit bajo la presidencia posterior al colapso de Boris Yeltsin, donde la esperanza de vida de un hombre ruso se redujo a unos sombríos 57 años (22).
El requisito previo para cualquier intento de gestionar un imperio mundial es, naturalmente, el bienestar y la felicidad de su pueblo. Los estadounidenses son más obesos, drogados, alienados, enfermos mentales y mueren por causas evitables en mayor proporción que los ciudadanos de países que buscan derrocar el orden mundial estadounidense. Es cuestión de tiempo hasta que esta diferencia se haga evidente de manera irrefutable en el equilibrio de poder global.
Los economistas pueden señalar el crecimiento del PIB de EEUU, una cuestión que exploraremos en un artículo futuro, como prueba de estabilidad imperial. Pero los economistas liberales carecen de un análisis del poder en su perspectiva, y en el ámbito del poder militar, tecnológico, blando u otras formas de competencia internacional, este se deriva de la salud general, las capacidades de un país y la fe de la población de que sus líderes están haciendo que mejoren sus vidas. Esto hace tiempo que se perdió en los EEUU de 2024, y ya no es posible ignorar la gravedad de la situación.
Así como los rusos se desencantaron del sistema soviético, el pueblo estadounidense ha dado por perdidos a los EEUU.
(FIN DE LA PRIMERA PARTE)
Segunda parte: AQUÍ.
NOTAS
(1) NBC News (21.11.2023): “ ‘Mourning in America’: Poll finds pessimistic voters The latest NBC News poll finds record numbers for pessimism in the poll’s more than 30-year history”.
(2) Reuters (15.10.2023): “Putin to visit China to deepen ‘no limits’ partnership with Xi”.
(3) OilPrice.com (22.01.2024): “Russia And Iran Finalize 20-Year Deal That Will Change The Middle East Forever“.
(4) South China Morning Post (12.01.2021): “Xi Jinping says ‘time and momentum on China’s side’ as he sets out Communist Party vision”.
(5) CDC (01.11.2023): “Infant Mortality Rate Sees First Rise in 20 Years”https://www.macrotrends.net/global-metrics/countries/rus/russia/infant-mortality-rate.
(6) Macrotrends, “Russia Infant Mortality Rate 1950-2024”.
(7) Harvard School of Public Health (13.04.2023): “What’s behind ‘shocking’ U.S. life expectancy decline—and what to do about it”.
(8) Michael Ryan (British Medical Journal Vol. 296, Nº. 6635 28.05.1988): “Life Expectancy And Mortality Data From The Soviet Union”.
(9) “Falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos de lo necesario para lograr las metas de la sociedad“, Wikipedia, “Anomia (ciencias sociales)”.
(10) NPR (28.12.2023): “In 2023 fentanyl overdoses ravaged the U.S. and fueled a new culture war fight”.
(11) FedStat.ru, “Tasa de mortalidad por suicidio (3.4.2)”.
(12) OverdoseDay.com, “Facts & Stats”.
(13) FedStat.ru, “Tasa de mortalidad por suicidio (3.4.2)”.
(14) American Federation for Suicide Prevention (2024): “Suicide Statistics”.
(15) Mental Health America, “Adult Data 2022. Adult Ranking 2022”.
(16) CDC (16.06.2023): “Morbidity and Mortality Weekly Report (MMWR) - County-Level Prevalence Estimates of Adults Aged ≥18 Years Self-Reporting a Lifetime Diagnosis of Depression — United States, 2020”.
(17) Sergey A. Maksimov et al. (Int J Environ Res Public Health, junio 2023): “Mental Health of the Russian Federation Population versus Regional Living Conditions and Individual Income”.
(18) Manuel Rojas et al. (Int J Environ Res Public Health, octubre 2021). “Functioning Problems in Persons with Schizophrenia in the Russian Context”.
(19) Michael Ryan, op. cit.
(20) Anna Sorokina (Russia Beyond, 05.11.2018): “How did the USSR tackle obesity?”.
(21) Statista.com (29.11.2023): “Percentage of people worldwide who were overweight from 1975 to 2016”.
(22) F. C. Notzon et al. (JAMA. 1998): “Causes of declining life expectancy in Russia”.
Este texto ha sido publicado en el número 87 de la revista Desde el Confinamiento (27.VII.2024), que puede descargarse gratuitamente AQUÍ.