100 años después de su nacimiento, sus contrincantes han acabado en el basurero de la historia y sus ideas son más actuales que nunca. es necesario quitar de una vez el muro de silencio que le impuso el estalinismo. En el aniversario de los 100 años de su nacimiento la opinion pública debería de conocer el trasfondo libertario del filósofo de la revuelta
Hoy día Albert Camus sigue siendo conocido en España por el gran publico como escritor y por sus novelas El extranjero y La peste. Pero camus entendía dichas novelas tan solo como ilustraciones de diversos aspectos de sus principales escritos filosófico-políticos, El mito de Sisifo y El hombre rebelde, que han tenido una difusion mucho menor, en su mayoría en activistas de movimientos sociales. Existe el peligro de que en el aniversario de los 100 años de su nacimiento el 7 de Noviembre de 2013 de nuevo se le celebre como autor de novelas sin presentar el trasfondo politico de sus obras, que se manifiesta a través de sus escritos periodísticos para muchas publicaciones del anarquismo francés así como su múltiples amistades personales con libertarios franceses y españoles. La primera traducción de estos textos libertarios, que aparecerá (en Alemania) este otoño en la editorial Laika de Hamburgo, permitirá una recepción de dichos escritos que hace mucho tiempo tenía que haber tenido lugar. Solo así sera por fín posible entender la obra de Camún a través de su vision política, y dejará de ser condenado como hasta ahora desde el punto de vista de Sartre sin siquiera tener en cuenta el de Camus.
La lucha con Sartre y la lucha de Camus por una "tercera vía"
Albert Camus llevó a cabo en la posguerra (o, más exactamente: 1951-52) un gran enfrentamiento filosófico con Jean-Paul Sartre, que provocó la ruptura entre los hasta entonces amigos –esto se recuerda vagamente. Pero, ¿de qué se exactamente? Se trataba de la obra de Camus L’Homme revolté (trad.: El hombre rebelde), que Camus calificó como el más importante de sus escritos. Este tratado sobre la traición de las ideologías autoritarias burguesas y socialistas a los orígenes de la Revuelta en las Revoluciones Francesa y Rusa apareció en 1951.

Sartre y su estrecho colaborador Francis Jeanson despedazaron el libro en dos números de la revista de Sartre Les Temps Modernes en 1952. Entre medias se quedó una respuesta de Camus al “señor editor“ de la revista (es decir, Sartre), que no pueden encontrarse ni en las publicaciones de la editorial Rowohlt (editora de las obras de Sartre en Alemania), ni en una biografía de Sartre (1). Camus se defendía filosóficamente de la filosofía historicista de Sartre (por entonces indiscutible en la izquierda autoritaria europea); según esa teoría, la organización o partido responsable de una mejor sociedad en el futuro está legitimada para provocar en la actualidad victimas en las filas de los poderosos (y quienes les apoyan), que se justificarán al lograrse así la futura victoria aún más rápidamente.
Para Camus esa futura victoria no estaba garantizada en absoluto, sino que era una mera especulación, basada en un cálculo de probabilidades o, en el caso de tener lugar gracias al método del asesinato legítimo, será tan solo el inicio de una nueva época de dominio, cuyas víctimas también han de ser puestas en la balanza del cálculo de posibilidades. Basicamente acusaba Camus a Sartre y Jeanson de resucitar a Dios, que había sido eliminado filosóficamente por Nietzsche (“Dios ha muerto“), solo que para Sartre se llama “Historia”. Ese concepto justifica todo, sobre todo el asesinato.
Por ello intentaron Sartre y Jeanson con todo su poder teórico imponer a Camus una de las dos partes de la Guerra Fría: como crítico del autoritario socialismo estatista de estilo soviético era Camus simplemente un defensor de occidente, de los EEUU (algo especialmente absurdo, ya que Camus desde una época temprana se posicionó a favor de un socialismo europeo) y de la democracia capitalista, un “colonialista de buena voluntad“. Camus contraatacó diciendo que defendía unas tradiciones, las libertarias, más o menos representadas por la publicación revolucionaria-sindicalista La Révolution Prolétarienne, y echó en cara a Sartre y Jeanson su “silencio y burla en relación con toda tradición revolucionaria que no es marxista. La Primera Internacional y el movimiento bakuninista, aún vivo entre las masas de las CNT española y francesa, son ignoradas. Los revolucionarios (rusos) de 1905, cuya experiencia está en el centro de mi libro, son esquivados con el silencio. El sindicalismo revolucionario es objeto de burlas...“ (2).
Tan sólo las corrientes de esa “tercera vía“, los amigos libertarios de Camus (Louis Lecoin y su publicación antimilitarista-anarquista Défense de l’Homme und Liberté; Georges Fontenis, Maurice Joeux y sus publicaciones anarquistas clásicas Le Libertaire y Le Monde Libertaire; Jean-Paul Samson, Robert Proix y Rirette Maîtrejean y su publicación cultural libertaria Témoins; o Pierre Monate, Louis Mercier y Nicolás Lazarévizch y la tendencia revolucionaria-sindicalista influenciada por troskistas undogmaticos y anarquistas en torno a La Révolution Prolétarienne) y entonces también en la continuación de esas polémicas debido a la posición de Camus en torno a la guerra de liberación argelina. La lucha en torno a Argelia y el apoyo de Camus del anticolonialismo de la linea del Mesalismo.

También aquí se mantuvo durante mucho tiempo el rumor, extendido por toda Europa por Sartre y sus seguidores (y que solo cambia tras la guerra civil argelina de los 90), de que Camus era sencillamente procolonialista, dejando de lado algunos detalles humanitarios. Eso era completamente falso: Camus participó por ejemplo en pegadas de carteles anarquistas contra la Guerra francesa de Indochina y testificó a favor de activistas libertarios juzgados; además, era una difamación, si tenemos en cuenta la amistad de décadas entre Camus y Messali Hadj, el fundador del movimiento independentista argelino, que ya en 1927 había pedido la independencia.
Camus y Messali Hadj, que habían trabajado juntos en los años 30, fueron expulsados en Argelia (en 1937) del partido comunista acusados de troskistas. La izquierda autoritaria intentó durante mucho tiempo ocultar el hecho de que ambos mantuvieron su amistad también durante toda la guerra por la independencia de Argelia (1954-62), con excepción de ciertas diferencias temporales de opinión (en 1959, tras salir de prisión, Hadj tendió de nuevo hacia la lucha antiviolenta favorecida por Camus). Buena muestra de ello es por ejemplo la siguiente carta de solidaridad de Camus del año 1955 al “Comité de solidaridad Messali Hadj“, que es casi darles carta blanca:
“Pueden al menos en su actual acción utilizar mi nombre cada vez que se trate de liberar activistas árabes o protegerlos de la represión policial. Pero si nuestros compañeros árabes tuviesen interés en conocer mi opinión cuento con ustedes para hacerles saber que rechazo por completo un terrorismo que afecte a la población civil“ (3).
En 1954, la diferencia entre Messali Hadj y el MNA (Mouvement National Algérien, llamado comunmente Mesalismo), influenciado por sus ideas, y el FLN (Front de Libération Nationale) se debía a que Messali Hadj justificaba la revuelta argelina, pero no estaba de acuerdo en que fuese el momento oportuno para la lucha armada. El Mesalismo tenía al inicio de la Guerra de Independencia de Argelia cerca de diez veces más activistas que el FLN. El problema era que el FLN decidió sin avisar llevar a cabo acciones armadas y la primera oleada de repreión del colonialismo francés afectó casi solamente a los Mesalistas, eliminando sus estructuras y puntos de reunión, lo que provocó una modificación de la relación de fuerzas en el interior de Argelia.

En los años siguientes tuvo lugar una guerra en el seno de la guerra contra el colonialismo, que no fué muy diferente a las luchas internas durante la guerra civil española. Los Mesalistas fueron víctimas de varias masacres organizadas por el FLN: en 1956 la “noche roja“ de Tifraten con casi 490 habitantes de la localidad asesinados (se les rebanó el cuello con cuchillos: los islamistas de hoy no tienen ningún monopolio sobre dicho método); en 1957 la masacre de Melouza con unas 370 víctimas. El FLN no tuvo escrúpulos y echó la culpa a los franceses de esos asesinatos (con ayuda del portavoz de prensa del FLN, Frank Fanon), que llevaban a cabo masacres similares. En 1957 esa guerra civil interna se trasladó a las ciudades cuando el FLN decidió imponer sus sindicatos en sustitución de los sindicatos Mesalistas. Camus estaba bien informado de esas confrontaciones e identificó la tendencia autoritaria-militarista en el seno del FLN, que pensaba que llevaría directamente a la imposición de una dictadura en una Argelia independiente, algo en lo que tuvo razón. Camus protestó publicamente contra los ataques del FLN a los Mesalistas, pero tan solo Le Monde Libertaire y La Révolution prolétarienne publicaban sus protestas, Sartre/Jeanson y la izquierda autoritaria francesa callaban al respecto y, al canalizarse todo a través de Sartre, la izquierda europea nunca se enteró. Camus declaró en relación con esos asesinatos de sindicalistas Mesalistas:
“¿Vamos a permitir que los mejores organizadores sindicales argelinos sean asesinados, que se obtenga el control del movimiento argelino utilizando el asesinato? Los mandos sindicales argelinos, a los cuales la futura Argelia, tenga la forma que tenga, no puede prescindir, son pocos (y nosotros tenemos la culpa de esa situación)“ (4)
En 1958 Camus escribió en su libro “Chroniques algériennes”: “La época del colonialismo ha pasado, ha de reconocerse y asumir las consecuencias de ello” (5). ¿Puede decirse de manera más clara? Pero nuevamente se ignoró ese libro, sobre el cual no escribió ninguna publicación que no fuese anarquista. En lugar de ello, encima se echó en cara a Camús frente a todos los datos objetivos que callase sobre Argelia. Pero en aquella época Camus estaba en contra de una independencia dominada por el FLN, y no contra la independencia en sí. Acusar a Camus de ser un “colonialista de buena voluntad“ es por tanto mera denuncia pública y un descenso a las lineas de pensamiento de la Guerra Fría, ya que el FLN recibía armas de la Unión Soviética a través del Egipto de Nasser; el MNA de Messali era mucho más independiente, pero también peor armado; el FLN calló ante el alzamiento húngaro de 1956 en deferencia por los suministros de armas soviéticos: el MNA en cambio condenó públicamente los métodos de represión soviéticos como la actuación de un nuevo poder colonial, cuyos métodos comparó con el colonialismo francés.
Hay muchos indicios de que Camus habría apoyado sin reservas un movimiento pro independencia no violento en el que estuviesen incluidas todas las corrientes pluralistas. En ese sentido escribió en 1958, en una comparación con el movimiento de Gandhy por la independencia de la India: “Gandhi ha demostrado que uno puede luchar y morir por su pueblo, sin dejar de merecer respeto un sólo día” (6).
Otro “supuesto“ escándalo de la izquierda sartriana: durante su estancia en Suecia a finales de 1957 para recibir el premio nobel de la paz, Camus supuestamente dijo durante una discusión con estudiantes de Estocolmo: “entre la justicia y mi madre prefiero a mi madre”. En realidad, como recuerda por ejemplo el traductor de Camus Bjurström, que estaba presente, Camus no estaba generalizando, sino que nombraba una condición para solidarizarse en referencia a los metodos de lucha del FLN. En plena campaña de atentados del FLN contra los tranvías urbanos de Argel, Camus afirmaba que su madre (que vivía en esa ciudad) podría viajar en uno de esos tranvías, y dijo concretamente: “Si esa es su forma (del FLN) de justicia, yo antepongo mi madre a esa justicia“. De nuevo pudieron verse los métodos manipuladores de Sartre en acción, idénticos en su estructura a las mentiras de la propaganda estalinista.

Sobre la actualidad de la teoría de la revuelta de Camus
El libro “El hombre rebelde“ se inicia con una frase decisiva: “¿Qué es el hombre rebelde? Un hombre, que dice no“ [7]. Un sometido (sea una victima de la esclavitud, del capitalismo o de cualquier forma de dominación) descubre de repente su dignidad a través de su negativa a seguir aceptando aquello que ha aguantado sin quejarse hasta entonces. Ese es el origen de la Revuelta. Porque en ese segundo, en el que el hombre deja de aceptar la justificación de la dominación en algún ámbito, se derrumba al mismo tiempo como un castillo de naipes toda justificación para la dominación en el resto de relaciones de dominación. Y en el mismo momento en el que una persona dominada descubre su humanidad, su dignidad a través de nu rechazo de la dominación, descubre a su vez la dignidad en todos los demás seres humanos: “Yo me rebelo, luego existimos“ [8]. Ese razonamiento en cadena se completa de manera fulminante, y está en el inicio de la revuelta. El origen de la revuelta es un recuerdo mágico, místico en cada revuelta social. Es el recuerdo a la plaza de Taksim, que permanecerá grabada para siempre en el movimiento de protesta turco; el recuerdo a las acampadas contra Mubarak en la plaza de Tahir en Cairo en 2011. Y es casi siempre el recuerdo a una revuelta inicial que se desarrolla sin violencia o con una violencia mínima.
Pero Camus no concibe la Revuelta como lo contrario de la revolución , a diferencia de muchas otras teorías, que le califican de reformista. Al contrario, la Revuelta y la Revolución mantienen por el contrario una relación inseparable. La revuelta no es en sí la revolución y sin esta puede perder sus características y logros iniciales. La Revolución como conservación de la Revuelta por su parte, exige Camus, ha de conservarse fiel a los valores ganados al inicio de la Revuelta, porque en caso contrario pasa un límite y traiciona la Revuelta, se vuelve en su contra. Y precisamente eso es lo que Camus echa en cara al FLN: la Revuelta argelina en sí está justificada, pero los métodos del FLN superan un límite (al afectar a los civiles), con lo que se convierte en el heraldo de un nuevo régimen de dominación, contra el cual una nueva revuelta está justificada. Quien originalmente se rebela en nombre de la dignidad humana, no puede negar a otro el derecho a luchar contra lo que el mismo ha combatido: “Cuando algo en el mundo irreemplazable de la hermandad falta, esta está despoblada, vacía“. (9)
En el origen y en el ideal de Camus la Revuelta es una revuelta no violenta. Cuando esta a lo largo de su transformación en una revolución empieza a matar, niega el origen de su propia aparición, y según la concepción de Camus empieza a alejarse del origen de la Revuelta. Camus exige por ello de la Revolución su fidelidad a los valores de la Revuelta, y un intento constante de volver al origen de la Revuelta en el caso de alejarse de ella.
En la tensa relación así definida es la concepción de la Revuelta de Camus una fuente permanente de inspiración y al mismo tiempo de desafío y reflexión sobre el desarrollo de la Revuelta, sea de los Indignados en España y Brasil, de los ocupantes de Taksim en Estambul, de las rebeliones en Grecia y -algo bastante evidente y actual- en Egipto y Túnez.
El objetivo social de la Revuelta y la revolución en el sentido de Camus es el objetivo de una sociedad libertaria-socialista. Camus ha rechazado siempre el orden de la propiedad privada capitalista por ser una dominación que ha de ser rechazada y contra la cual hay que rebelarse, defendiendo al mismo tiempo un socialismo libertario y no cesarista. Su concepto de la Revuelta no estuvo siempre libre de controversias, desarrolladas eso sí siempre en forma de discusiones solidarias con sus amigos anarquistas y en publicaciones libertarias. En una de ellas, Le Monde Libertaire, escribió en 1952, en el punto álgido de su enfrentamiento con Sartre, que escribió “El Hombre Rebelde” (en realidad, debería de traducirse “El hombre en la Revuelta”) “(para) servir al pensamiento libertario“ (10). Lo logró, y es hora de que la opinión pública sea consciente de ello.
NOTAS
(1) Albert Camus: Carta al editor de „Temps Modernes“ (30 de Junio de 1952), en: Frieden 2, Reinbek 1982, p. 7-26.
(2) Camus, cit. idem, p. 17.
(3) Albert Camus: Carta al „Comité Mesali Hadj“, 25 März 1955, en: Albert Camus: Gallimard, Obras Completas Pléiade, Paris 2008, p. 1115.
(4) Albert Camus: Post-scriptum, en: Lou Marin (Hg.): Albert Camus et les libertaires Marseille 2008; edición alemana: Albert Camus: Libertäre Schriften Lou Marin, Laika Verlag, Hamburg 2013.
(5) Albert Camus: Prologo a la cronica argelina, en: Albert Camus: Fragen der Zeit.
(6) Camus, cit. idem, p. 146.
(7) Albert Camus: Der Mensch in der Revolte, Reinbek 1969, p. 14.
(8) Camus, cit. idem, p. 21.
(9) Camus, cit. idem, p. 228.
(10) Albert Camus: Respuesta a Gaston Leval, in: Lou Marin: Albert Camus et les libertaires, p. 143.
Este texto es parte de un dossier sobre “Albert Camus: Uno de los nuestros” que fue publicado en el número 3 del Boletín informativo Amor y Rabia (02.XII.2013), que puede descargarse gratuitamente AQUÍ.