Que la Unión Europea (UE) está fuera de control es cada vez más evidente, y la izquierda es directamente responsable de ello, como se pudo ver en su apoyo -por activa o por pasiva- a las brutales medidas impuestas durante la dictadura sanitaria. Envalentonada por la falta de resistencia, la burocracia de Bruselas puso en marcha a continuación una política abiertamente rusófoba y belicista en el conflicto ucraniano, y un apoyo descarado al genocidio de Gaza, permitiendo a Netanhayu visitar territorio de la UE a pesar de la orden de detención del Tribunal Penal Internacional (TPI).
De esta manera ha tebido lugar la aparición de un gigantesco aparato de poder extremadamente corruptollevado a cabo por una Comisión Europea cuyos miembros no son elegidos mediante procesos electorales, y cuyas políticas son abiertamente militaristas y decididamente neoliberales. No es sorprendente que, ante la falta de resistencia a sus políticas misantrópicas y a su sistemática acumulación de competencias usando como excusa oportunos apocalipsis, la Comisión haya empezado a aplastar disidentes que cuestionan sus decisiones.
Cuando recibir ayuda se convierte en un crimen
Lo que le acaba de ocurrir al periodista alemán Hüseyin Doğru, conocido por denunciar el genocidio en Gaza, es un ejemplo de hacia dónde nos dirigimos. Con la excusa de que los medios de comunicación rusos no silencian sus informaciones, como hacen los medios de comunicación occidentales, la Comisión Europea le ha impuesto medidas que serían la envidia de cualquier dictadura, y que sólo pueden calificarse de muerte en vida, como explica Doğru en Twitter/X:
Mucha gente me pregunta qué significa en la práctica ser sancionado. Permítanme intentar explicárselo.
• No me han acusado de nada.
• No he sido juzgado.
• No me han declarado culpable de ningún delito.
• No tuve oportunidad de defenderme.
Pero la UE me sancionó por mi periodismo pro-Palestina y me despojó de todos mis derechos.
• No me permiten comprar comida.
• No me permiten comprar medicinas para mis hijos, ni siquiera una botella de agua cuando tienen sed.
• No me permiten aceptar regalos. Ni siquiera me permiten aceptar regalos.
• No me permiten pagar a mi abogado.
• No me permiten salir del país en el que vivo.
• No me permiten entrar al país en el que vivo.
• No me permiten conseguir trabajo.
• No me permiten hacer pagos.
• No me permiten recibir pagos.
vNo me dejan pagar el alquiler.
Cada vez, en cada caso, tengo que rellenar una petición para pedir permiso. Luego tengo que esperar varios días para que me lo aprueben. Mientras espero, Israel habrá asesinado a más palestinos, con el pleno respaldo de la UE. Obviamente, no sufrirá sanciones por ello. Pero yo si no cumplo las normas, podría enfrentarme a un mínimo de 5 años de cárcel. Todo por haber ejercido mi derecho a la libertad de expresión, en solidaridad con las víctimas del genocidio.
Pero algo que no pueden prohibir, que les prometo a ustedes y a ellos:
• Seguiré informando sobre el genocidio en Palestina.
• Denunciaré la complicidad de la UE.
• Intensificaré la lucha global para derribar este sistema injusto llamado imperialismo.
La muerte del Occidente “liberal”
Como explica el ex-ministro de finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis:
Parece que nuestros gobernantes, aquí en el Occidente "liberal", han descubierto una nueva forma de convertir a una persona en una no-persona.
Se trata de un hombre, Hüseyin Doğru, un periodista alemán (de origen turco, pero sin doble nacionalidad) para quien las autoridades de la UE han encontrado una forma novedosa e inmensamente cruel de castigar por su cobertura y sus opiniones sobre Palestina.
Las autoridades alemanas aprendieron una lección de mi caso. Rehusando rendir cuentas ante los tribunales por la prohibición de las voces pro-palestinas (similar al caso judicial que les estoy presentando actualmente), encontraron otra solución: una sanción directa de la UE, utilizando una directiva no utilizada hasta entonces, introducida al comienzo de la guerra de Ucrania, que permite a Bruselas sancionar a cualquier ciudadano de la UE que considere que trabaja para los intereses rusos. Aferrándose al argumento de que la página web/podcast de Hüseyin solía emitirse también en Ruptly (entre otras plataformas), están utilizando esta directiva dirigida contra "agentes rusos" para destruir a un periodista que se atrevió a oponerse al genocidio palestino.
En la práctica, esto significa que la cuenta bancaria de Hüseyin está congelada; que si usted o yo le diéramos dinero para comprar comida o pagar el alquiler, seríamos considerados sus cómplices y estaríamos sujetos a sanciones similares; también significa que, si fuera funcionario, sería despedido; si fuera estudiante, sería expulsado de su universidad; si recibiera una pensión, esta sería suspendida; si recibiera alguna prestación social, esta sería congelada. ¡Y, sorprendentemente, significa que no puede salir de Alemania!
Por último, pero no menos importante, significa que Hüseyin no puede demandar a su gobierno por haberlo convertido en una persona sin personalidad, solamente por desafiar a la Comisión Europea en Bruselas, ¡a donde ni siquiera se le permite ir!
¿Hace falta decir más? ¿No es evidente que hoy vivimos en una Europa supuestamente liberal donde, en un abrir y cerrar de ojos, se pueden anular los derechos políticos y humanos, incluido el derecho a impugnar al gobierno ante los tribunales?
La prensa apoya la represión de la disidencia
El abuso de poder que sufre Hüseyin Doğru, que ha dado lugar al cierre de su plataforma informativa red., no es un caso aislado de este nuevo y siniestro mecanismo de represión de Bruselas. Otros dos periodistas alemanes que residen en Rusia, Thomas Röper y Alina Lipp, han sido igualmente sancionados por la Comisión Europea por denunciar los crímenes del régimen de Zelenski, siendo incluidos en un paquete de medidas de la UE contra Rusia. El objetivo es evidente: eliminar cualquier intento de cuestionar la narrativa impulsada por la Comisión Europea.
Dos detalles son especialmente interesantes del Caso Doğru:
Por un lado, la colaboración de varios medios de comunicación para acallarle, como TagesSpiegel (propiedad del gigante alemán de medios de comunicación Axel Springer), Die Taz (medio “alternativo” berlinés próximo al partido Die Grünen/Los Verdes) o el periódico israelí Jerusalem Post, contando además con la complicidad de la ONG francesa Reporteros Sin Fronteras (RSF), una organización abiertamente anticomunista, qur ha apoyado repetidamente la represión contra periodistas disidentes, y cuyo fundador ha sido candidato de un partido ultraderechista en Francia.
Por otro lado, que se le haya acusado de conspiracionismo, una medida que convierte al sujeto así marcado en un apestado socialmente, como vimos durante la dictadura sanitaria.
Debanking, la banca contra la disidencia
Las draconianas medidas aplicadas contra Doğru no son el único instrumento represivo que se aplica actualmente en Europa contra la disidencia. Otro mecanismo para aplastar disidentes, que es casi completamente desconocido para la inmensa mayoría de la población a peser de su uso cada vez más generalizado y sus temibles consecuencias para quienes lo sufren, es el Debanking. Consiste en la cancelación sin previo aviso de cuentas bancarias por motivos políticos, y se aplicó por primera vez a gran escala en Canadá contra las protestas contra la dictadura sanitaria impuesta por el gobierno de Justin Trudeau a petición de la directora del banco central canadiense. El Debanking consiste en quitar a los disidentes el acceso a su dinero, lo que dr la noche a la mañana les imposibilita poder pagar alquileres, hipotecas o comprar comida. En Canadá no se aplicó solamente a las personas que se manifestaban, sino también contra aquellas que habían contribuido con dinero para comprar comida para apoyar a los manifestantes, violando la confidencialidad de los datos personales. Como explica Varufakis, las sanciones contra Hüseyin Doğru funcionand e la misma forma: si alguien le da dinero o le apoya de alguna forma, pasa inmediatamente a sufrir las mismas medidas represivas. De esta manera, cualquiera puede sufrir una situación similar a la impuesta por Bruselas.
Según un informe reciente, tan sólo en 2024, 35 personas y medios de comunicación alternativos alemanes han sido víctimas de Debanking, y el número está aumentando exponencialmente. Una de las personas afectadas por el Debanking ha sido la periodista alemana Gaby Weber, que destapó la financiación por el Bundesbank, el banco central alemán, a la compra por Bayer de Monsanto. Los artículos dieron lugar a un escándalo que impidió a Jens Weidmann, jefe del Bundesbank, ser nombrado jefe del Banco Central Europeo (BCE). Como esplica Weber, tras ser nombrado Weidmann miembro del consejo de administración del Commerzbank, el Comdirect-Bank, una de sus filiales, intentó cancelar su cuenta en 2024, algo que finalmente ha ocurrido en 2025. En cuanto a los artículos que escribió denunciando las actividades del Bundesbank, han sido eliminados de Telépolis, principal canal de información alternativo de calidad de Alemania, que a comienzos de este año decidió eliminar todos los artículos publicados antes de 2021, un acto de censura retroactiva que la nueva dirección pretende justificar con una supuesta “falta de calidad”.
Hay dos diferencias fundamentales entre el Debanking y las sanciones de Bruselas contra Doğru:
El Debanking es aplicado por empresas que no tienen obligación de cumplir sobre sus actividades como las instituciones estatales, lo que impide la transparencia. Además, suele ocurrir después de que el objetivo a abatir haya sido denunciado de manera anónima para forzar al banco a distanciarse de él y cancelar sus cuentas.
Un argumento que se usa repetidamente contra las víctimas del Debanking es su supuesto “conspiracionismo”, un concepto asimilado por la izquierda aunque fue creado por la CIA para atacar a los críticos de la versión oficial del asesinato de Kennedy. De hecho, desde hace unos años “conspiracionismo” y “negacionismo” son conceptos utilizados por el Estado, los políticos de todos los colores y los monopolios mediáticos para negarse a debatir con disidentes, a los que además de equiparse a ultraderechistas, son arrojados a la precariedad al eliminar sus medios de financiación.

De la misma manera en que la represión contra la disidencia es cada vez mayor, el abanico de temas que no se pueden cuestionar no para de crecer. El primer paso para justificar como “legítimo” el reprimir a gran escala a la disidencia los sufrieron los científicos que cuestionaron la religión del apocalipsis climático, a los que se despojó de financiación, algo que en el mundo académico es similar a la muerte en vida. Ante la falta de resistencia, la represión se normalizó y a continuacón se pasó a reprimir a los críticos de la versión oficial de la Dictadura sanitaria, quienes denuncian el papel de Occidente en provocar el conflicto ucraniano o a quienes denuncian el genocidio en Gaza. En casi todos estos casos, la izquierda ha reaccionado siempre igual, apoyando el discurso oficial y la represión contra la disidencia, por activa o por pasiva.
Evidentemente, la realidad acaba imponiéndose: el Washington Post ha reconocido recientemente que los datos disponibles cuestionan la narrativa del apocalipsis climático, la OMS acepta ahora como válida la hipótesis de que el Coronavirus tenga un origen artificial, y nadie se cree que Rusia haya destruido su gasoducto Nord Stream como aseguraba el ministro de defensa de Alemania, por poner algunos ejemplos. El problema es que el Capital y el Estado han alcanzado su objetivo de convertir el pensamiento crítico en algo negativo. Actualmente, conspiracionismo y negacionismo son conceptos aceptados como válidos por la izquierda y la sociedad en su conjunto contra cualquier disidente, y se ha normalizado aplicar la cultura de la cancelación a quienes se niegen a tragar con ruedas de molino, como nos le ha ocurrido al Colectivo Amor y Rabia en el seno del movimiento anarquista.
El dinero como instrumento represivo
Naturalmente, estos mecanismos represivos contra la disidencia tienen aún muchas grietas debido a su novedad. Como se pudo ver durante la Dictadura sanitaria, quien disponía de suficiente dinero permitía evitar cumplir con las “medidas contra el Coronavirus”: en España había redes que vendían a precios elevados Pasaportes Covid falsos, y en Italia los ricos podían saltarse las medidas contra el Coronavirus, claramente dirigidas a disciplinar a la Clase Trabajadora: estaba prohibido trabajar o usar el transporte público sin haberse vacunado.
Pero el poder no para de mejorar sus medidas represivas, y aunque los ricos siempre tendrán medios para hacer lo que les dé la gana, la represión que sufrirá la disidencia será cada vez mayor. Un aviso de lo que avecina son los planes de Bruselas de digitalizar el dinero. Según ha anunciado Chistine Lagarde, jefa del Banco Central Europeo (BCE), dentro de unos meses, en octubre de 2025, se pretende poner en marcha el Euro digital. La digitalización de las divisas dará lugar a la creación de un nuevo mecanismo de creación de deuda y dinero sin valor, como ha reconocido públicamente Carlos Arenillas, exvicepresidente de la CNMV y exconsejero del Banco de España. Esta medida forma parte del paquete de medidas de la Agenda 2030 del Foro Económico Mundial (WEF), foro de debate de multimillonarios y jefes de Estado que anunció hace un años que en el futuro los pobres “no tendrán nada y serán felices”.
La digitalización del dinero pretende facilitar la creación de Capital Ficticio o sin valor, para continuar la mayor transferencia de riqueza de la historia de la Humanidad. dicha transferencia se puso en marcha tras la crisis financiera de 2008 mediante los programas de Expansión cuantitativa (QE), que se ampliaron enórmemente en 2020 mediante las “medidas contra el Coronavirus”. De esta manera se ha concentrado un enorme porcentaje de las riquezas del planeta en manos de unos pocos ultraricos, el llamado 0,01% de la población mundial, un grupo de desiquilibrados y psicópatas que tiene como galeones de proa a personajes como Elon Musk o Bill Gates.
Más importante aún es que la digitalización del dinero será un paso más en la eliminación del uso del efectivo o dinero físico, cuyo valor no es eliminable apretando un botón, como ocurre con el dinero electrónico. De hecho, hasta la jefa del Banco Central Europeo (BCE) ha reconocido que el dinero electrónico servirá para controlar a la población. Como su valor puede ser caducado sin previo aviso, y se puede impedir a distancia su uso o confiscarlo sin que se pueda hacer nada para impedirlo, el dinero será un arma ideal contra la disidencia, que será usada cuando lo consideren oportuno sin que podamos impedirlo. Y mientras desde el Capital y el Estado preparan sin esconderlo mecanismos para tener un poder absoluto, la resistencia de la izquierda (anarquismo incluido) brilla… por su ausencia.